1,2,3 por mis emociones

Los seres humanos tenemos emociones desde que nacemos, aprenderemos a identificarlas e idealmente a regularlas, pero ¿Cómo puedes ayudar a tus hijos?, ¿Cómo puedes educarlos para la felicidad y el bienestar?

 

A continuación, encontrarás 3 pasos que te pueden ayudar:

 

El primer paso es que tú puedas expresar tus propias emociones de manera positiva. Los pequeños aprenden más con el ejemplo que con las palabras.

Si gritas cuando estás enojada o enojado, los niños aprenderán a gritar. Si pegas, tus hijos aprenderán a pegar.

Por eso, debes regular la expresión de tus propias emociones. Respirar, calmarte antes de actuar, contar hasta 10, meditar, son técnicas que ayudan a controlar el impulso y regular la emoción.

Si te aseguras de ofrecer un ambiente armónico, tus hijos aprenderán a vivir en armoní­a. Si ven que muestras empatí­a por sus emociones, ellos aprenderán a ser empáticos con los demás. Primero por ti, luego por ellos.

 

El segundo paso es enseñar a tus hijos a reconocer lo que ellos sienten. Poner palabras a las acciones, si ves a tu hijo enojado, es necesario decirle: estás enojado porque” se vale estarlo, pero pegar no es la forma de demostrarlo; estás triste porque” pero esconderte no ayudará a sentirte mejor. Puedes mejor”

Puedes comenzar con el aprendizaje de 5 emociones básicas: enojo, tristeza, alegrí­a, miedo y calma. A lo largo del desarrollo podrás aumentar el vocabulario emocional.

 

¿Qué actividades puedes realizar junto con tus hijos para identificar emociones?

¡Jugar es la mejor respuesta!

 

Recorta fotos de niños que expresen emociones y haz con ellas un álbum identificando la emoción, lee libros, haz una memoria de emociones y juéguenla en familia, crea carteles con caritas, inventa personajes con masa de cada emoción. Echa a volar tu imaginación y juntos podrán inventar muchas actividades.

 

El tercer paso es acompañar a tus niños a expresar las emociones alejados de la violencia.

¿Cómo?: Haz una rueda de opciones de cómo reaccionar cuando” ¡dibújenla juntos¡, utiliza un semáforo emocional para identificar el nivel de enojo, dale tiempos fuera para autorregularse, mediten juntos (existen libros infantiles muy sencillos), explí­cales lo que sí­ pueden hacer en vez de hacer un berrinche, gritar o pegar. Juega con tí­teres, haz obras de teatro que les enseñen qué hacer cuando” ¡Diviértete!

 

Estos tres pasos implican constancia por tu parte, a lo largo de la vida podrás ver los resultados. No es un proceso inmediato. Tendrás grandes recompensas. Si tú y tus hijos aprenden a regular sus emociones no sólo estarás educando para la felicidad, sino estarás formando personas empáticas e integrales que favorezcan a la sociedad.

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